miércoles, 26 de junio de 2013

BAJO LAS GLICINAS - Elena F. Espinosa

Silencio... ni una voz... ni un solo ruido...
Pasad, como las notas en sordinas;
no despertéis mi corazón dormido
bajo el encanto azul de estas glicinas.

Si; ya sé que llegó la primavera;
la vi venir vestida de esplendores
y pasear delante de mi vera,
¡con su carga fantástica de flores!

La vi alegrar los valles con sus danzas;
la vi ya ¡lejos! de las cosas mías,
repartir sus puñados de esperanzas;
sus brazadas de amor y de alegrías.

La vi golpear las anhelantes puertas;
las deseosas ventanas, los balcones
y en las macetas de las rosas muertas
germinar otras rosas de ilusiones.

En todas partes y por cada cosa,
con sus manos de sol, ¡la bendecida!
dejó como una fuente milagrosa
¡un ansia nueva de adorar la vida!

Sólo a mi corazón, que siempre espera,
huérfano y solitario en la jornada,
los reyes magos de la primavera
pasan de largo... ¡no trajeron nada!

¡Pobre mi corazón! Si despertara,
olvidado de toda esa alegría
que en los mejores años le es avara,
¡yo creo que el dolor lo mataría!

No lo turbéis en esta gloria enferma.
Pasad, como las notas en sordinas...
¡No!...¡No lo despertéis!...Dejad que duerma
bajo la paz azul de estas glicinas...

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