miércoles, 26 de junio de 2013

Poesías - Fernando Antonio Nogueira Pessoa

Fernando Antonio Nogueira Pessoa nació en Lisboa el 13 de junio de 1988. Entre 1896 y 1905 vivió en Durban, Sudáfrica, donde su padre era cónsul. El inglés se convirtió en su segunda lengua y trabajó como traductor técnico. Sus primeros trabajos están escritos en este idioma.
En 1906 se matricula en el Curso Superior de Letras, en Lisboa, pero lo abandona un año más tarde.
En 1914 empieza a escribir poemas de sus heterónimos (distintas personalidades dentro de sí). Colabora en revistas culturales como Orpheu (1915), Atena -dirigida por él mismo y Ruy Vaz a partir de 1924-, y O Presença en 1927.
En 1926 requiere la patente de invención de un Anuario Indicador Sintético, por nombres y otras clasificaciones, consultable en cualquier lengua. En esta época dirige junto con su cuñado la Revista de Comercio y Contabilidad. En 1934 aparece Mensagem el único libro que se publicó mientras vivía.
El 30 de noviembre de 1935 muere en Lisboa a los 47 años.
Está considerado uno de los poetas más importantes de la literatura portuguesa. Influido especialmente por los filósofos Nietzsche y Schopenhauer introdujo en su país las corrientes literarias que estaban en auge en su época, tal como el modernismo o el futurismo, y se convirtió en el principal foco estético de la vanguardia portuguesa.

No quiero rosas, con tal que haya rosas 

No quiero rosas, con tal que haya rosas.
Las quiero sólo cuando no las pueda haber.
¿Qué voy a hacer con las cosas
que cualquier mano puede coger?
No quiero la noche sino cuando la aurora
la hizo diluirse en oro y azul.
Lo que mi alma ignora
eso es lo que quiero poseer.
¿Para qué?... Si lo supiese, no haría
versos para decir que aún no lo sé.
Tengo el alma pobre y fría...
Ah, ¿con qué limosna la calentaré?...


Súbita mano de algún fantasma oculto...

Súbita mano de algún fantasma oculto
entre los pliegues de la noche y de mi sueño
me sacude y yo despierto, y en el abandono
de la noche no diviso gesto ni bulto.
Pero un terror antiguo, que insepulto
traigo en el corazón, como de un trono
baja y se afirma mi señor y dueño
sin orden, sin meneo y sin insulto.
Y yo siento mi vida de repente
presa por una cuerda de Inconsciente
a cualquier mano nocturna que me guía.
Siento que soy nadie salvo una sombra
de un bulto que no veo y que me asombra,
y en nada existo como la tiniebla fría.


Serena voz imperfecta...

Serena voz imperfecta, elegida
para hablar a los dioses muertos-
la ventana que falta a tu palacio da
para el Puerto todos los puertos.
Chispa de la idea de una voz sonando
lirios en las manos de las princesas soñadas,
yo soy la marea de pensarte, orlando
la Ensenada todas las ensenadas.
Brumas marinas esquinas del sueño...
Ventanas dando al Tedio los charcos...
Y yo miro a mi Fin que me mira, tristón,
desde la cubierta del Barco todos los barcos...




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