Oriundo de la ciudad de Paraná, es Profesor Superior en Artes Visuales y ha sido titular de la cátedra de Pintura de la Licenciatura y Profesorado en Artes Visuales de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Entre Ríos; además fue Rector del Instituto Superior de Artes Visuales de Paraná y Profesor titular de varias cátedras en esa Institución. Ha coordinado y colaborado con las Tecnicaturas en Pintura, en Escultura, en Cerámica y en Grabado, además de otros importantes aportes a nivel académico.
Como artista plástico su obra se ha relacionado fundamentalmente con el Arte Público y la Pintura Mural, donde ha obtenido más de treinta premios en concursos nacionales, regionales y provinciales, llevados a cabo en distintos puntos del país. Además fue cofundador en 1971 del Grupo Muralista “Greda” junto a Rodolfo Campodónico, Omar Brachetti, Néstor Berlles y Hugo Córdoba.
Me viene también a la memoria una reflexión hecha por otro maestro muralista que participó en el encuentro: Abel Jorge Magnani con respecto a su obra. Llamó a su mural “A pedazos, pero llegamos” y aún tengo un papel donde ha querido expresar el motivo de éste y quizás, el hilo conductor de todos los murales que ha realizado. Dice allí: “Con la semilla de una raza pura nació nuestra patria, entrelazó sus raíces en la hispanidad, cruzó el tiempo descuartizada a caballo. El sacrificio del pueblo, de todos nosotros, la acercó al presente. Estamos aquí, próximos a integrarnos al mundo. Levantemos esta bendita tierra en nuestros brazos; unamos con fe nuestras manos para recuperar el trabajo, la familia, la ética de nuestros valores... ¡la esencia de nuestra argentinidad!”
En Diciembre del año 2009 participé, junto a otros once prestigiosos colegas, por invitación del maestro Guillermo Cuenca en el “ler. Encuentro Nacional de Maestros Muralistas” que se realizó en la ciudad de Balcarce, organizado por un grupo de profesores y alumnos de la Tecnicatura en Comunicación Multimedial de la Escuela de Educación Técnica Nº 1 “Lucas Kraglievich”. Cada uno de nosotros realizó un mural que en carácter de donación cedió a la ciudad de Balcarce para que fueran emplazados en Instituciones Educativas del medio.
El relato que sigue tiene que ver con los distintos momentos vividos durante la semana del 9 al 13 de diciembre de 2009 en esa ciudad. Me he permitido intercalar en el mismo algunas reflexiones personales sobre un Tema, el “Mural”, y una profesión la de muralista- que me ha ocupado durante buena parte de mi vida y que he intentado ejercer siempre, a partir de mis convicciones, con honestidad y pasión. No es una crónica rigurosa de lo sucedido; simplemente mis vivencias con alguna pretensión literaria que transcribo como reconocimiento a un grupo de personas que con dedicación, sensibilidad y esfuerzo lograron hacer de éste, un Encuentro distinto.
Víctor Grillo
El Viaje
El chirriar de unos frenos me despertó. Sobresaltado miré por la ventanilla del colectivo y por la oscuridad de la noche no observé nada extraño, por lo que deduje que no tenía que ver con nosotros y debía haber ocurrido en algún lugar cercano de la ruta por la que nos desplazábamos. Miré la hora y el malhumor con el que había comenzado ese viaje aumentó. Pensé en el tiempo que llevaba viajando desde Paraná y murmuré como en un lamento
-Y todavía faltan seis horas….
Sabía que Iba a resultar muy difícil que volviera a conciliar el sueño, pero igualmente cerré los ojos; traté de pensar en el motivo del viaje y en el mural que pintaría en Balcarce, que era la ciudad a la que me dirigía. Recordé que al principio, allá por el mes de septiembre cuando recibí la invitación para participar en el Encuentro no me sentí demasiado entusiasmado y en rigor a la verdad, no lo estaba todavía. Me había llamado la atención entonces que la organización del Encuentro estuviera a cargo de tres profesores y alumnos de un curso de una Escuela Técnica. -¿sabrán en lo que se han metido?, pensé entonces...
Pensé en Guillermo Cuenca y me tranquilicé un poco. Era el “asesor” del encuentro. Yo siempre decía que “el Guille”, era mi hermano “por ganas nomás” ¿Por algo uno decide hermanarse con alguien, no? Con Guillermo nos conocíamos desde hacía muchos años; de la época en que el mural, comenzaba a crecer, particularmente en la provincia de Buenos Aires. Para algunos “ir a pintar un mural” representaba, entonces, vacaciones, un viaje más, un poco de distracción, turismo; en cambio para nosotros significaba, un medio, una estrategia y un concepto, para acercar el arte a las luchas populares.
Fueron momentos -los de la década del sesenta y parte del setenta- en los que artistas de distintos géneros en espacios y circunstancias diferentes nos comprometimos en la búsqueda de un horizonte, que veíamos difuso, pero que presentíamos autentico y noble. Pintábamos, dibujábamos, escribíamos y cantábamos en torno a un ideal. A veces lo hacíamos en soledad, otras en grupos. Por eso un día fundamos “Greda” y el mural se hizo grito.
Era el tiempo del hombre nuevo, era el tiempo de la lucha por un mundo mejor.
Era el tiempo…
- Señor, Señor….; -La voz del chofer del micro me despertó.
- Estamos en Balcarce, señor, alcancé a escuchar semidormido. El viaje había llegado a su fin.
La Casa
... Lo mencionado anteriormente justifica mi sorpresa cuando Virginia durante el viaje en auto desde la Terminal me explicaba por que no me llevarían directamente al hotel.
-Víctor; me dijo; -ahora, lo vamos a llevar a una casa hasta mañana para trasladarlo luego al hotel cerca de medio día; es la casa en la que tenemos concentrados los paneles y materiales con los que se realizarán los murales.
-Si; -agregó Sergio; es una casa grande con algunas habitaciones ya preparadas para otros muralistas que se van a quedar allí.
La explicación no me hizo mucha gracia, porque estaba cansado y deseaba, casi con desesperación quedarme solo en el hotel, ducharme y tirarme en la cama a descansar unas horas. ¿Además, una casa que era usada como depósito?; pensé...
Me sentí un poco avergonzado e intenté cambiar la cara porque me pareció muy injusto no entender la situación...
-Esta es la casa; dijo Virginia al detener el auto;
Sergio se hizo cargo de mi equipaje, que por cierto era pesado e incomodo de trasladar. Ese gesto de amabilidad, casi como de respeto y cuidado hacia mi persona me agradó. Virginia abrió la puerta de entrada y me invito a pasar.
Ni bien transpuse el umbral de entrada una sensación de bienestar se apoderó de mí...
El comienzo formal del Encuentro estaba previsto para el miércoles con la presentación de los muralistas y posterior panel de debate. Yo había llegado antes por cuestiones de coordinación de los horarios del micro y disponía de un día mas de trabajo, por lo que se me ocurrió preguntar si después de descansar un par de horas podía comenzar a dibujar esa misma mañana en la casa para ganar tiempo. No solo me respondieron afirmativamente, sino que me trasladaron y acondicionaron el panel en el patio bajo la sombra de un palo borracho.
Por primera vez me había quedado solo en la casa. Con curiosidad comencé a recorrerla otra vez, ahora con más detenimiento y curiosidad. Caminé una y otra vez, por la casa, descubriendo cosas, rincones, imaginando escenas y moradores, tristezas y alegrías vividas. Llegué al fondo, toque las plantas y los árboles, aspiré sus aromas sintiendo en la piel la inconfundible textura vegetal y supe definitivamente que ya no quería cambiarme a un hotel. Descanse un rato y empecé a dibujar.
Cada vez que pintó un mural en los Encuentros siempre pienso que la gente que se acerca a observar la tarea que realizamos, en su gran mayoría nunca ha tenido posibilidades de ser testigo de todas las instancias que la producción artística implica. Los distintos momentos de la relación del artista con la obra, sus dudas, sus errores, los silencios, el análisis, las decisiones. Estas situaciones comunes inherentes al proceso de la producción artística se presentan en los Encuentros en “vivo y en directo”, por decirlo de algún modo No es lo mismo presenciar en una exposición una obra terminada, sea del género que fuere, que ver al artista luchar palmo a palmo con la materia hasta conseguir ver surgir su obra. Conceptos ambiguos, como por ejemplo el de la “inspiración” se relativiza en la medida que se descubre al artista como un “trabajador”. De algún modo, también el ser testigo de este proceso desmitifica la tarea del artista y el concepto del Arte mismo. Después de todo no existe mucha diferencia entre el artista que debe corregir el dibujo de una mano varias veces, con la del de un albañil que se equivoca al alinear ladrillos.
Ese día trabajé hasta que la luz me lo permitió. Cuando llegue de vuelta a la casa, caí extenuado en la cama. Me dormí disfrutando del silencio. A la mañana siguiente trabajé varias horas texturando la superficie del mural con enduído plástico, concluyendo así la primera parte del trabajo.
Y siguieron llegando los muralistas.
Omar Brachetti. Jorge Magnani y Juan Acosta habían arribado durante la madrugada, Jorge Bauk, su esposa y ayudante María Teresa Sansotta ya estaban alojados en el hotel. Oscar Guma y su compañera Graciela se alojaron en casa de unos parientes. Solo faltaba Raúl Guzmán, quien por cuestiones personales se hizo presente un par de días después. Joaquín Martins era de Balcarce y nos encontramos con él recién en la plaza.
La tarde de ese miércoles se llevó a cabo la inauguración formal del encuentro. Luego de los discursos de rigor, Guillermo Cuenca nos presentó ante una sala colmada de público. Cuando lo nombró a Oscar Guma, su voz se quebró por la emoción y los aplausos arreciaron. Oscar sobrellevaba una grave dolencia que afectaba la motricidad de sus manos. A pesar de ello seguía trabajando con la misma pasión con la que lo había conocido hacía ya muchos años.
El debate posterior se realizó con la participación de estudiantes, artistas y público, quienes en todo momento pusieron en evidencia su interés por involucrarse en la discusión del tema central: “El Mural”, sobre el cual, es importante decirlo, muchas veces ni nosotros mismos los muralistas- nos poníamos de acuerdo. En esa ocasión no fue diferente.
¿A que nos estamos refiriendo cuando decimos “El mural”? Si acotamos el uso de tal definición solamente a la “pintura mural”, con exclusión de aquellas obras que se realizan en la tridimensión (relieves) y que también son murales, podríamos comenzar diciendo elementalmente que “pintura Mural” es toda aquella que se lleva a cabo sobre un muro o pared, o que se realiza en otro sitio pero con la intención de ser emplazada sobre la misma. La realización de un mural involucra el espacio circundante, el ámbito que lo contiene. Lo que es lo mismo que decir que una obra de esas características no puede realizarse de manera independiente, cosa, que si sucede cuando pintamos un cuadro. Pintura Mural y Arquitectura están intrínsecamente unidos. Si nos atenemos a ese concepto, las obras que se llevan a cabo en paneles (como las que estábamos realizando en el Encuentro), no son pinturas murales, dado que nadie sabe a priori que destino espacial y arquitectónico tendrán. Puede suceder, y de hecho sucede muchas veces, que un mural de un nivel plástico importante que se realiza, como en el caso de Balcarce, en una plaza, cuando es trasladada a otro lugar, no solo se desmerece, sino que al alterar la unidad visual del espacio que la contiene y al que se debería integrar termina perjudicando a ambos.
Para no seguir confundidos y confundiendo a otros yo he propuesto que estas obras sean comprendidas en el genero de“Arte Público Monumental”, que podría incluir también a otras manifestaciones de carácter escultórico o espacial. Para concluir con esta síntesis: una pintura monumental no tiene por que ser pintura mural; en cambio la pintura mural, por su naturaleza y función, además de su sentido de integración con la arquitectura debe ser monumental.
En cuanto a los temas, mensaje y contenido expresivo del mural, siempre recuerdo que una vez en la facultad, casi al finalizar una clase sobre pintura mural y después de haber desarrollado el tema en profundidad, uno de mis alumnos, quizás algo confundido con tantos conceptos definiciones y ejemplos, me preguntó: ¿…y entonces profesor cual es la diferencia entre un cuadro y un mural? En ese momento casi sin pensar le respondí valiéndome de una metáfora que con el tiempo incorporé como una convicción. “es la misma que existe entre un susurro y un grito”…..
La plaza.
Cuando llegué a la mañana temprano ese día jueves a la plaza donde serían emplazados los paneles, no pude menos que sentir un gran alivio pensando en mi preocupación por el sol y mi piel. Enormes ejemplares de tilos se alineaban uno tras otro hasta formar un techo vegetal sobre el lugar de trabajo. Mientras trasladaban los paneles, desde la casa hacia la plaza, me dedique a recorrerla. Era muy bella. Los tilos calculé que se trataba de ejemplares de mas de 50 años- estaban dispuestos simétricamente en una línea, en forma paralela a la calle y separados en todo el perímetro de la plaza por un veredón de lajas. Con la colaboración de los profesores y los chicos, que también estaban desde muy temprano, los paneles fueron ubicados sobre unos soportes en el piso, y apoyados en su parte superior sobre el tronco de los árboles. De ese modo se dispusieron los 12 a lo largo de la cuadra. Como había sido uno de los primeros en llegar, pude elegir un sitio bien a la sombra. Iniciando el dialogo de siempre conmigo mismo murmuré:
- Bueno Víctor, ahora hay que pintarlo….
La lluvia.
Cuando salimos a la mañana temprano para la plaza a seguir pintando, todos, sin decirlo, pensábamos que sería un milagro que no lloviera. A pesar de la amenaza del tiempo, la mayoría comenzó a trabajar. A la oscuridad del cielo se le agregaron los truenos y relámpagos. El viento se hizo cada vez mas intenso. Comenzaron a caer las primeras gotas por lo que algunos, desafiando el viento, que ya era tormenta y con la ayuda también de vecinos y gente anónima que se aproximó a colaborar fueron llevando con enorme esfuerzo los murales a la Escuela.
A pesar que la lluvia siguió castigándonos durante toda la mañana, los murales que no habían sido trasladados, entre ellos el mío, quedaron bien cubiertos y pensamos que soportarían el temporal. Algunos chicos terminaron maltrechos por el esfuerzo y las corridas y todos nosotros preocupados por lo que pasaría con el tiempo en las próximas horas.
La jornada de trabajo estaba ya perdida pero se había podido proteger todas las obras.
Los murales y “la gente”
El sábado el tiempo amaneció mejor. Solo se hablaba de la lluvia como una anécdota y salvo algunos estornudos, por la mojadura que habíamos sufrido y algunos músculos doloridos por el traslado a las corridas de los murales, el Encuentro estaba más vivo que nunca. Por eso ese día temprano estábamos otra vez trabajando.
Cuando hablábamos entre nosotros todos coincidíamos en que este era un “Encuentro distinto”. Seguramente los hubo con mayores presupuestos; con pago de viáticos, hoteles suntuosos y discursos grandilocuentes, pero no en un clima tan cálido como el que surgía del trato diario y que se ponía en evidencia en cada palabra, en cada gesto. El hecho de convivir todos en una misma casa, dado que los que se alojaban en el hotel también cuando no trabajaban se la pasaban allí, hizo, que la casa se transformara en nuestra casa. Tanto los profesores, como los chicos de la Escuela, estaban comprometidos alrededor de una idea básica. Hacernos sentir bien en todo momento y solucionar los problemas que se pudieran presentar de la mejor forma posible. Todo esto, en un clima de armonía y respeto que se prolongaba en la plaza con toda la gente mientras pintábamos.
A media mañana nos visitaron en la plaza con sus maestras, alumnos de escuelas de la zona, lo que me permitió tomar un breve recreo para dialogar con ellos. Siempre después de esas charlas quedaba sorprendido de las preguntas y reacciones de los niños cuando en estas ocasiones, inéditas para ellos, podían expresarse libremente y sin un libreto previo. A medida que el avance de los murales permitía apreciar mas los detalles, la gente, cada vez en mayor número, se acercaba a la plaza a mirarlos. En reiteradas oportunidades, ante las preguntas, me detenía para hablar con ellos.
Muchas veces durante los Encuentros, luego de esas charlas, me preguntaba si explicar un mural tenía algún sentido. El Mural es imagen. ¿Se explica la imagen?
La única manera de analizar este tema, es considerándolo en su esencialidad, es decir como una situación de comunicación. Si queremos transmitir un mensaje a la gran mayoría de la gente (el mural es el medio ideal para hacerlo) no podemos emplear códigos muy cerrados, como por ejemplo utilizar niveles complejos de abstracción en la construcción del mural. Por esa razón, siempre consideré que el muralista, entre tantos otros esfuerzos que debe realizar al pintar un mural, tiene también la obligación de hacer menos herméticos los códigos de entrada; fundamentalmente porque el mural es un genero que se relaciona con el “arte público”. Esto no significa de modo alguno que para que la obra sea “entendida” por todos o por el mayor número de personas posibles- el muralista deba recurrir a una elementalidad artística y técnica que desnaturalicen o pongan en riesgo el nivel plástico de la obra en si. Una actitud de esa naturaleza es injustificable ya que atenta no solo en contra del sentido didáctico implícito en el mural sino también contra aspectos éticos y su propia dignidad profesional. Por otra parte, cuando un mural se independiza de su autor y es emplazado sobre una pared, comienza recién a tener vida propia y a hablar por si mismo
Las ventanas del cabildo.
El domingo era el último día de trabajo. Por la tarde debíamos entregar simbólicamente las obras. Yanina llegó muy apenada cerca de medio día.
Me dormí, Víctor y me perdí toda la mañana -me dijo compungida. Le comenté, para tranquilizarla, que todo estaba bien, en orden y que, en mi caso, faltaban solamente detalles de la obra. Como si quisiera recuperar las horas de ausencia, junto a los otros chicos y chicas que fueron llegando, ordenaron rápidamente, como lo habían hecho siempre, todo el lugar de trabajo, trajeron facturas e hicieron mate.
Durante la mañana se hizo presente silenciosamente, como siempre lo había hecho, mi amiguita de todos los días. Junto a su abuela se acercaron para que la pequeña me entregara una hoja de papel doblada en dos.
Es el último día en que lo vamos a ver Maestro y Micaela quiere entregarle un presente de recuerdo; me dijo la abuela que parecía emocionada. Desdoblé la hoja y me emocione tanto como ella. Era un dibujo de una nena con paraguas hecho con los colores y la espontaneidad con la que solo los niños pueden hacerlo. El paraguas me dijo la abuela lo había puesto Micaela en el dibujo por que ella quería venir el día de la lluvia y “yo no la traje” a pesar de su insistencia. Les di un beso a ambas y me despedí. Eran mis últimas horas en la plaza. Ordené los pinceles y demás elementos de trabajo y repitiendo lo que casi a través de tantos años y murales he convertido en un ritual me retire a distancia para contemplarlo, analizarlo y como yo decía, para mantener la “charla final” con la obra.
Aún así no me decidía a firmar la obra.
La seguí contemplando en silencio y otra vez, como me ocurrió en el momento de hacer el boceto, me pregunté: ¿Entre tantas circunstancias importantes de la historia Argentina no debí incluir La guerra de Malvinas ¿No debió haber estado también?
En esta oportunidad como entonces el interrogante no tuvo respuesta. Me acerque y la firmé.
El último día
Ese lunes después de medio día ya no quedaba nadie en la casa.
-Llegué primero y me voy último; -pensé mientras preparaba la valija. Me iba con las mismas cosas que había traído pero tuve que hacer un esfuerzo para cerrarla.
Sin las voces y ruidos de días anteriores la casa parecía distinta.
Supe que eran los últimos minutos que transcurría en la casa y en Balcarce. Pensé que probablemente no volvería y eso me puso mal. A pesar que eran momentos que había vivido tantas otras veces en mi vida profesional, ahora los sentía diferente.
Al llegar a la Terminal ya los pasajeros estaban subiendo al Micro. Como sucedió cuando nos encontramos por primera vez en ese mismo lugar Sergio se hizo cargo de mi equipaje y lo despachó. Luego nos despedimos.
Mientras el Micro recorría los primeros kilómetros volví a recordar la intensidad de lo vivido en esa semana. Pensé en todo y en todos y dije; “-Si, realmente fue un Encuentro distinto… Sería lindo escribirlo ¿no?”
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