Desde el principio de su existencia, el hombre ha dejado durante siglos claras señas de sus costumbres y modos de vida, de sus deidades y creencias, o sea de su realidad cultural. De hecho merced a ésos verdaderos documentos plasmados en rocas, paredes de cuevas, cerámicas, etc., se ha podido establecer la evolución de la humanidad en las diferentes etapas de su historia. Las más antiguas señas descubiertas por el hombre actual, las podemos ver por ejemplo en las Cuevas de Altamira (España), en las cavernas de Lauscaux (Francia), y más cerca nuestro, en la Cueva de las Manos en la Provincia de Santa Cruz (Argentina), además de los murales del Antiguo Egipto, los de Pompeya (Italia), los de Bonampak (México), los murales bíblicos, etc. Esta breve referencia es suficiente para comprender cómo desde entonces hasta nuestros días, la especie humana ha dejado rastros más que suficientes para que la ciencia haya acumulado información que de otra manera no hubiera sido posible disponer con tanta fidelidad. Y por supuesto, día a día se van sumando nuevos hallazgos para enriquecimiento de hipótesis ya demostradas o para originar nuevas teorías.
Hoy como ayer, también realizamos murales, y lo hacemos no sólo con la intención de expresar solo nuestros sentimientos, sino respondiendo a un concepto ya consensuado por la mayoría de los muralistas; el mural, por su carácter de arte público debe ser figurativo y tener, convenientemente, un contenido. Ese contenido, educativo, político, testimonial, religioso, etc. debe estar expresado lo más sencillamente posible de manera tal que resulte de fácil lectura para todos los niveles intelectuales. Obviamente, hay quienes realizan murales decorativos, pero solo cumplen ésa función. La filosofía de la mayoría de los muralistas se sustenta en el arte social.
En México, poco antes de la Revolución Mexicana, más o menos desde 1910, se comenzaron a realizar murales, pero éstos tomaron una fuerza inusitada con la Revolución… ¿por qué?, pues porque sirvieron para esclarecer al pueblo y para estimularlo a participar activamente en el proceso revolucionario. Los muralistas disponían de paredes y más que eso, disponían de apoyo gubernamental. Podemos decir que a partir de los años 20 del siglo pasado, se produce en México el RENACIMIENTO DEL MURALISMO en América. Es el inicio del muralismo contemporáneo y que se fue extendiendo por las Américas; al principio con cierta lentitud, y con mayor celeridad en estos últimos años. En nuestro país, si bien se realizaban murales desde mediados del siglo XIX, la organización del muralismo podríamos decir que se comienza con la llegada del gran maestro mexicano David Alfaro Siqueiros en el año 1933. Forma entonces un equipo de lujo con los maestros argentinos Lino Enea Spilimbergo, Antonio Berni; Juan Carlos Castagnino y el uruguayo Enrique Lázaro (fotógrafo). Deciden realizar un mural en Don Torcuato, en la quinta de Natalio Botana, por entonces director del diario “Crítica”, al que llamarán “Ejercicio Plástico”, dado que Siqueiros consideraba que un mural ubicado en un sótano, al no estar en un lugar público no cumpliría la función ideal. Por tal razón, aprovecha la oportunidad para aplicar sus experiencias con materiales y recursos modernos. La importancia de ésta experiencia es que sirvió como puntapié inicial para que se formara diez años más adelante el primer “Taller de Arte Mural” en nuestro país. Este grupo, constituido por el equipo que trabajó con el maestro mexicano y al que se agregan los maestros Demetrio Urruchúa y Manuel Colmeiro, pinta los frescos de la Galería Pacífico. Más adelante, en el año 1959 surge el grupo Espartaco encabezado por Ricardo Carpani, quien junto a Juan Manuel Sánchez, Mario Mollari, Elena Diz, Carlos Sessano, Pascual Di Bianco, Esperilio Bute, Franco Venturi y Raúl Lara Torres, realizaron no solo murales, sino numerosos afiches políticos y sindicales. Por los años 70 se forma el “Grupo Greda”, integrado por Rodolfo Campodónico, Victor Grillo, Néstor Berllés y Omar Brachetti. En ése mismo año se forma en la ciudad de Mar del Plata el “Grupo de Arte Mural La Peña” con el liderazgo de Italo Grassi e integrado por Marta Porreta, Oscar Guma, Martha Grassi y Guillermo Cuenca entre otros. En el año 1971 se forma el Movimiento Nacional de Muralistas (MNM) en una reunión con exhibición de murales en el Hotel Provincial de Mar del Plata. A ése encuentro concurren los integrantes del “Grupo de Arte Mural La Peña” y el “Grupo Greda”. Se constituye entonces el MNM con la presidencia del maestro Italo Grassi y los integrantes de ambos grupos, al que se van sumando numerosos adherentes. En el año 1971 el MNM realiza la Primera Semana Nacional de Arte Mural en la ciudad de General Madariaga, organizada por el muralista Guillermo Cuenca con el apoyo del diario local “Diario del Este” dirigido por el periodista Rodolfo Fumega, hoy fallecido. Es el comienzo de la modalidad de los Encuentros Nacionales que se van realizando en distintos lugares del país, al principio organizados por el MNM, y luego por distintas agrupaciones de muralistas que van surgiendo a lo largo y a lo ancho de nuestro territorio nacional. Estos Encuentros de carácter regional, provincial o nacional, se realizan con un enorme esfuerzo y solidaridad de los artistas, y a veces con el apoyo de las autoridades provinciales o municipales y el aporte del sector privado para contar con los recursos mínimos indispensables.
En la ciudad de Balcarce, del 15 al 18 de Junio de 1972, el MNM con el apoyo del Centro Cultural Balcarce, realizó el segundo evento de su historia, se denominó 1ra. Jornada Nacional de Pintura Mural en Balcarce, ese Encuentro y otro también de carácter nacional realizado más adelante dejaron a nuestra ciudad como saldo numerosos murales que hoy se encuentran distribuidos en Escuelas Públicas e instituciones incrementando el patrimonio artístico de la ciudad. A ello deben sumarse murales realizados en lugares públicos por muralistas balcarceños como Oscar Guma, Carlos Di Marco, Joaquín Martins, Guillermo Alzueta, Valeria Fasciglione, Marielena Manzanares y Guillermo Cuenca. También hay murales realizados por alumnos de las Escuelas de Arte y alumnos de escuelas primarias y secundarias, éstos últimos haciendo sus primeras y valiosas experiencias en el muralismo.
Lo cierto es que el muralismo considerado como arte público monumental, constituye un notable modo de acercar el arte al pueblo y a través de él exaltar aquellas inquietudes que el propio pueblo desea comprender y/o manifestar.
Para completar ésta breve reseña sobre la importancia del muralismo vale agregar a ésta nota las palabras del gran maestro de la pintura brasilera Cándido Portinari (Brasil 1903 Río de Janeiro 1962):
“Los pintores que desean hacer arte social y que aman la belleza de la pintura en sí misma, son los que no olvidan que están en este mundo lleno de injusticias para formar filas al lado del pueblo, auscultando los anhelos en que éste se debate. El pintor social cree ser el intérprete del pueblo, el mensajero de sus sentimientos. Es aquel que desea la paz, la justicia y la libertad. Es aquel que cree que los hombres pueden participar de los placeres del universo. Oír el canto de los pájaros. Ver las aguas de los ríos que corren fecundando la tierra. Ver el cielo estrellado y respirar el aire de las mañanas sin lluvias. Sin ningún otro pensamiento sino el de la fraternidad y paz. Hombres viviendo en un clima de justicia. Donde no haya niños hambrientos. Donde no haya hombres sin sus derechos. Donde no haya madres llorando y viejos muriendo a la intemperie.”
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