miércoles, 26 de junio de 2013

CONTRA LA GUERRA - (compiló: Jorge A. Dágata)


El duque Wen, en medio de los preparativos de una de sus tantas guerras, estaba hablando con Tien Tsefang. En eso aparecieron dos niños, vestidos de blanco y negro, como pajes del duque.
-¿Son tus hijos? -preguntó Tien Tsefang.
-No -contestó el duque-. Su padre fue muerto en la guerra. Yo he adoptado a los huérfanos.
-Me das verdadera pena -reflexionó Tien-. Estás cuidando a estos huérfanos para que, cuando crezcan y tengan hijos, encuentren más huérfanos que cuidar, al enviar a los padres a la guerra.
El duque no volvió a agredir a sus vecinos.

(Adaptado de un texto de ¨Shuoyan¨, perteneciente a Liu Shiang).



Si un hombre penetra en un huerto ajeno y hurta melocotones y ciruelas, la gente lo condenará como si hubiera obrado mal. Si es sorprendido por las autoridades, será castigado. ¿Por qué? Porque daña a otros.
Cuanto mayor sea el daño hecho, el hombre es considerado peor y el castigo es más grande.
Para seguir adelante, si un hombre mata a un inocente y le quita la ropa, la lanza y la espada, el delito es todavía mas grave.
Todos los hombres cultos condenan tales actos y los llaman malos. Pero estas mismas personas no advierten que una guerra de agresión contra otro país es mala; al contrario, la alaban y le dan su apoyo. Creen que es justo hacer una cosa así. ¿Puede decir esta gente que conoce la diferencia entre el bien y el mal?
Si un hombre condena una acción algo mala como ¨mala¨, pero no ve que sea cosa muy mala la guerra de agresión, sino que la ensalza y apoya y así lo escribe en sus libros de historia, ¿cómo puede decirse que ese hombre conoce la diferencia entre el bien y el mal?

(Adaptado de un texto de Motse o Moti, escritor chino que vivió entre los años 501 y 406 antes de Cristo).

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