¿Qué pasó en la calle Fairview?
Alumna de 1º 3ª de EDEM Nº 3 “Carmelo Sanchez”
Santiago Armani, un hombre de treinta y cinco años de edad, baja estatura, hermosos ojos marrones, perfectas facciones y un magnifico físico, dedicaba su vida a la ingeniería y a amar a su esposa, Carolina Prada, una mujer estilizada, de unos treinta y dos años, cabello castaño oscuro, ojos marrones profundos, empresaria e hija de Fernando Prada, un magnate multimillonario que contaba con una innumerable cadena de hoteles.
Podría decirse que antes de que Santiago se casara con Carolina, no era precisamente un hombre adinerado, lo cual llevaba a algunas personas a creer que Armani solo amaba el dinero de su futura esposa. El tiempo lo diría…
Luego de diez hermosos años de matrimonio, su amor estaba intacto como el primer día, de modo tal que ninguno imaginaba su vida sin el otro. El no tener hijos no se debía en lo absoluto a falta de amor, solo a que, según ellos, había tiempo para ello.
Hoy en día creo que ese fue su único error . Porque un 27 de abril todo comenzó así…
Era el día de su aniversario y Santiago le contó a su esposa lo que había planeado para dicho acontecimiento. Acto seguido había cruzado el vestíbulo y pocos minutos después iba camino a su oficina. Desafortunadamente, ese día debía permanecer en el trabajo más del tiempo estimado… sabía que Carolina entendería pero jamás imaginó lo que encontraría al regresar a casa.
Intentó abrir la puerta pero estaba cerrada, tal como la puerta trasera y los ventanales, lo cual le pareció extraño; tras varios llamados terminó por derribarla y fue en ese preciso instante cuando todos sus sueños, toda su vida, se derrumbó en mil pedazos y jamás se volverían a unir. Carolina, su esposa, mejor amiga, su compañera desde hacía años y sobre todo el amor de su vida, yacía muerta en el suelo del hall central bañada en sangre. Intentó acercarse a ella, pero su cuerpo no respondía. Final y lentamente, se arrodilló a su lado y delicadamente tocó su rostro, ante suave y ahora, sin embargo, frío como una roca. Una lágrima recorrió su mejilla y cayó sobre el cuerpo de su difunta esposa. Sencillamente increíble, imposible. Se recostó a su lado y besó suavemente sus labios como solía hacerlo en las mañanas cuando Carolina despertaba.
30 de Mayo.
Mi querida Carolina partió hace un mes y aún estoy aquí sentado con un vaso de whisky en mi mano incapaz de salir de esta triste y vacía mansión. Parezco un estúpido haciendo estas niñadas, pero Caro decía que ayudaba a calmar sus penas, según ella, una forma de canalizar todas sus angustias, alguien que escuchaba sin juzgar. ¿Cuáles eran esas penas que no quería contar? ¿Acaso no sabía escucharla?
31 de Mayo.
Hace días que no duermo, el solo hecho de cerrar mis ojos trae de nuevo la imagen de Caro y no puedo evitar destrozar todo lo que esté a mi alcance y luego ahogar mi desesperación con cuantas botellas de alcohol encuentre. Pero mi vida no puede continuar así, prometí no descansar hasta encontrar a su asesino y voy a cumplirlo. Pensé que sus diarios serían de ayuda, pero tras dar vuelta la casa, no los encontré.
10 de Junio.
Al fin encontré esos diarios. Carolina parecía asustada, estaba siendo acosada por un hombre muy cercano a nosotros. ¿Por qué nunca había mencionado estos episodios? Creó que descubriré algo que no me agradará en lo absoluto. Pero Caro merece descansar en paz y no lo hará hasta que esto sea revelado.
15 de Junio.
Esteban, mi gran amigo, mi hermano, volvió del trabajo temprano y fui a interrogarlo. Me confesó no haber visto ningún movimiento descomunal por aquellos días. Esto es cada vez más difícil y enfermizo, enloqueceré.
24 de Diciembre.
Navidad, su fecha preferida… nuestra fecha. Me vuelve loco ver los árboles navideños, esas tediosas luces de colores… el ambiente navideño me enferma. Es imposible caminar por las calles sin escuchar esos villancicos que me recuerdan tanto mi pérdida. De todos modos, estoy tan cerca de descubrir la verdad, hace poco encontré una carta de amenaza y mandé a analizarla. El mes entrante descubriré la verdad.
15 de Enero.
Carolina era perseguida por un hombre de aproximadamente treinta y siete años y no recuerdo cuantas cosas más que no vienen al caso. Lo más patético es que todo este tiempo supe quién era. Tenía razón en pensar que algo malo descubriría. Luego de interrogar a varias personas, comprobé lo que temía. Esteban, mi amigo, el que había ganado mi confianza, una de las pocas personas que conocía en detalles mi vida es ahora el asesino de lo único que amaba y me mantenía vivo, mi esposa. Es hora de hacer justicia.
Santiago cerró su “diario” y abandonó la casa. Seguidamente se dirigió a la casa de su “amigo”.
¿Por qué lo hiciste? dijo Santiago empujándolo fuertemente e induciendo a que Esteban cayera hacia atrás segundos después que cerrase la puerta.
Realmente no tengo idea de que me hablas. Se levantó y preguntó fingiendo desconcierto. -Cálmate, cuantas veces debo decirte que no bebas, no puedes borrar las cosas de tu mente ingiriendo alcohol.
No tendría nada que borrar si tú no hubieses matado a mi esposa, desgraciado- Arrinconó a Esteban y acto seguido apoyó su revólver en la sien de éste.
Solo cálmate, ¿quieres? Estás ebrio y no sabes lo que dices, baja el arma.
No digas que debo hacer apretó con más fuerza el arma, su mano temblaba y sudaba- ¿Por qué no matarte a ti y dejarte seguir el mismo destino que ella? Dame una razón, te lo suplico. ¿Por qué lo hiciste, Esteban? Eras como mi hermano y ella una gran amiga, ¿acaso la amabas?
¿En verdad que quieres oírlo? Si gritó y aprovechó su confusión para liberarse y tomar el control de la situación.- Amé a Carolina por años, deseé estar en tu lugar. Siempre tuviste lo mejor y presumías de ello, pero nunca valoraste nada lo suficiente y ni siquiera lo merecías. Yo podría haberle dado todo lo que ella deseaba y más. Pero te prefirió antes y nuevamente ahora, entonces ¿Por qué si no era mía tenía que ser tuya? Fue lo mejor, lo sabes. Ya no habrá nadie que cree discordia entre nosotros, te perdoné por todo lo demás.
Maldito gritó desaforado Santiago y repentinamente disparó su arma directo a su corazón y una vez que cayó muerto, se acercó y colocó el arma en manos de su amigo. Esto sí es lo mejor.
Y al pronunciar esas palabras dio la vuelta y cerrando la puerta tras de sí cruzó la calle Fairview y entró a su mansión como si nada hubiera sucedido.
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