De repente, en medio de la sesión, el intendente se levantó, y dirigiéndose a la asamblea con el engoladísimo acento que usaba en reportajes y reuniones dijo:
-¡Esto no puede seguir así! ¡Debemos hacer algo para frenar este problema social antes que todo el municipio se hunda y por supuesto, nosotros con el! ¡Secretario! ¿Que hemos hecho hasta ahora?
-Hemos reforzado la vigilancia de las personas, hemos construido tres cárceles mas, y vamos por la cuarta, duplicamos los agentes, elevamos las penas y acortamos el tiempo de los juicios. Hemos puesto mas iluminación en las calles, creamos más de cincuenta consejos vecinales y otras tantas patrullas; hemos cerrado armerías y controlado todo vehículo que pasa por estos lugares; hemos colocado detectores de metales y cámaras de vídeo en casi todos los lugares, desde los bancos hasta los kioscos y almacenes. Nos faltaría ponerlas en los baños. Confeccionamos una base de datos con cada individuo y por si fuera poco, hemos identificado y reidentificado nuevamente a las personas; actualizamos domicilios; legislado sobre la pena de muerte....
- ¡Basta por favor ! - interrumpió el intendente - Ya esta bien.
-Pero Señor, aún falta leer la mitad de la lista - protestó el secretario -
-¡No importa ! Digan ustedes cual fue el resultado de todo esto.
-Ninguno Señor, en realidad las cosas siguen estando como antes o peor que nunca.
-¡Eso ! ¡Peor que antes! No hemos logrado nada, ¡Nada!
-¿Y que es lo que usted sugiere? - le preguntó uno que hacía de “barra” -
Debemos poner el municipio hombres que detenten un mejor ejemplo. Debemos crear personas ejemplares para poder cambiar nuestra sociedad.
-Señor - dijo otro - esas personas aún no existen; quizás las podamos formar desde la promoción de jardín de infantes que termina este año.
-¡No hay tiempo ! Debemos hacer algo rápido, y cuando digo rápido es ahora. Tenemos que idear algo antes de terminar esta sesión.
- ¿ Hoy ? ¿ Ahora ?
- ¡Ahora !
-¿Esto significa que hasta que no encontremos una solución no saldremos de aquí?
-¡Exactamente !
-Pues entonces debemos ver en que lugar del recinto vamos a colocar nuestras cenizas, porque no encontraremos salida.
-¡Excusas ! ¡Tiene que haberla! ¡Siempre hay una, y nuestra función es encontrarla!
- Aunque muramos...
-¡Aunque muramos una y mil veces !
Habían pasado varias horas discutiendo, cuando de repente, alguien se levantó para pensar en voz alta.
-Se me ocurre una idea: ¿Que tal si promocionamos el bien, el respeto, la legalidad, etc. por medio de tandas publicitarias, utilizando actores o modelos ampliamente conocidos, de la radio, la TV; o mediante conferencias, cursos, y todo lo que tengamos a mano?
-La idea no es mala - dijo uno - , pero lo difícil va a ser conseguir dinero para mantener la campaña, porque necesitaremos mucho tiempo para imponer “la marca” en el mercado.
-Pero...¿Tenemos plata para sustentar la campaña?
- No
- Entonces olvídenlo.
-¡Un momento ! - dijo otro - La idea es buena y podríamos hacerla de una manera mas económica, gráfica y duradera.
-¡Cómo, cómo ! - dijeron algunos voces-
-Contratando a una persona para que haga esa publicidad por medio de su vida.
-¿Que dice ? - dijeron otros -
-Digo lo que digo. Pongamos a alguien con el status de empleado municipal, designándole sueldo, obra social, asignación familiar, vacaciones anuales y todo.
-¿Para que? ¿Para que haga publicidad por la calle, para que deje folletos puerta por puerta, para que de conferencias?
-No. Lo único que deberá hacer este hombre es representar, vivir o hacer con su propio ejemplo el trabajo de una persona virtuosa. Deberá estar todo el día en la calle ayudando a las personas que necesitan algo, cumpliendo las leyes, charlando de cosas espirituales y morales con la gente...en síntesis, hará el bien en todo momento y lugar donde se lo requiera, y esto siempre con una sonrisa, modales amables, y una disposición ilimitada. De esta manera la gente se sentirá impelida a hacer lo mismo, porque el bien, como el mal, se contagia y aún mas cuando se lo practica.
Si por medio del ejemplo de ese hombre podemos inducir a la población a que lo imite, entonces cambiaremos la gente, la sociedad, el país y hasta el mundo.
-¿O sea que le pagaremos un sueldo para que el hombre, quienquiera que fuese, haga las cosas bien y represente en palabra y acción a una persona honrada y normal ?
-Así es. Y verán ustedes que saldrá bien barato y nos dará dentro de muy poco tiempo buenos resultados. Señor intendente, colegas, ¿Les gusta la idea?
-Secretario...¿Alguna vez hemos intentado eso?
-No Señor intendente. No figura en la lista.
-¿ Alguien tiene una idea mejor ?
-No - contestó a coro la asamblea, mitad por no tener otra propuesta y mitad porque no tenían la menor intención de quedarse allí -
De modo que, finalizando la sesión, se le encomendó al concejal autor de la idea que buscase una persona idónea para ese trabajo.
Al día siguiente y en privado, nuestro concejal salió a buscar a un hombre común y corriente, de la calle, para proponerle trabajar de persona ejemplar con sueldo fijo, obra social y vacaciones pagas a cuenta del municipio.
La elección recayó en un tal Teófilo, quien desde ese día se convirtió en el primer hombre al que le pagaron por hacer las cosas bien.
La posesión del cargo se hizo de la manera mas reservada posible. Al siguiente día Teófilo empezó a trabajar en el centro mismo de la ciudad.
Comenzó por ayudar a cruzar la calle a varios ancianos, siguió con una persona que necesitaba empujar su auto para que arranque, luego ayudó a una mujer que juntaba la basura. En otra oportunidad sacó a pasear a un perro, hamacó a una nena, levantó papeles del suelo colocándolos prolijamente en los cestos colocados para ello, etc.
Al terminar el día, y luego de haber realizado varios actos de bondad, horas extras mediante, Teófilo se dirigió a la municipalidad y después de fichar su tarjeta, fue pacíficamente a su casa.
Los siguientes días no fueron muy diferentes. Teófilo seguía haciendo su trabajo metódicamente y a conciencia, llegando muchas veces a atrapar ladrones aún a riesgo de su vida. Su labor se resumía en vestir al desvestido, alimentar al que tenía hambre, ayudar al que necesitaba. Saludaba amablemente, decía “gracias” a cada persona, tenía siempre una palabra amable para cada ser viviente, y en verdad, parecía representar con su persona toda la ética y la bondad implícitas en las leyes y ordenanzas. Y todo eso con una sonrisa que parecía no acabar nunca.
Esto lo hizo durante mucho tiempo hasta que de a poco la gente comenzó a cambiar y el municipio fue mejorando, al menos humanamente. Día a día Teófilo siguió realizando su fichaje con el sano orgullo de realizar una concienzuda labor bien remunerada.
Lentamente, el tiempo fue haciendo su trabajo. Teófilo fue envejeciendo y murió.
La gente al no ver a Teófilo circular por las calles haciendo el bien, comenzó a volver rápidamente a su estado habitual, de tal manera que todo volvió a ser como antes, y cuando la situación llegó a un límite espantoso, al intendente no le quedó mas solución que convocar a la legislatura con carácter de urgente.
Se reunieron en el palacio municipal; y llevaban mas de una hora discutiendo cuando de repente, en medio de la sesión, el intendente se levantó, y dirigiéndose a la asamblea con el engoladísimo acento que usaba en reportajes y reuniones dijo:
-¡Esto no puede seguir así ! ¡Debemos hacer algo para frenar este problema social antes que todo el municipio se hunda y por supuesto, nosotros con el! ¡Secretario! ¿Que hemos hecho hasta ahora?
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