miércoles, 26 de junio de 2013

El avaro - Esopo

Convirtiendo el avaro en oro toda su fortuna, hizo un lingote que enterró en cierto lugar, y con él enterró en realidad su corazón y su cerebro, porque todos los días iba a contemplar su tesoro. Pero sucedió que un vecino, al observarlo, adivinó que ocurría, y desenterrando el tesoro se apoderó de él. Al encontrar vacío el lugar, el avaro se puso a gemir  y a arrancarse los cabellos. Pero un individuo que lo veía lamentarse así, informado del motivo, le dijo:
- No te desesperes por eso, mi amigo; puesto que a la vez que tenías oro no disfrutabas de él, toma una piedra, ponla en el lugar en que el oro estaba, y figúrate que es el oro mismo; esta piedra llenará para ti el mismo oficio, ya que, por lo que veo, ni cuando el oro estaba ahí de verdad hacías uso de tu tesoro.

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