El problema es que un periódico hoy en día se encuentra en la situación de tener que hablar de hechos de los que ya ha hablado ampliamente la televisión un día antes, por no hablar de los que leen las noticias frescas en Internet. Y, por lo tanto, no puede comportarse como un periódico que, opiniones aparte, da noticia de los hechos, porque si no el lector dejaría de leer los periódicos. Véase, por ejemplo, el Corriere della Sera, que, en la página final, pone una especie de sumario de los hechos relevantes del día anterior. Excelente para los que tienen poco tiempo o no han visto los noticieros de TV (pero si el acontecimiento es notable ya le habrá llegado un mensaje de texto de un amigo). Ahora bien: si ésa fuera la función de un periódico, el Corriere della Sera podría distribuirse gratis en las estaciones con formato de tarjeta de visita, lo cual no llenaría de dicha a sus propietarios, supongo.
(...) A estas alturas, un periódico sirve para empaquetar los hechos con opiniones. Es lo que ahora les pedimos, y puesto que se trata de opiniones sobre los hechos, queremos saber quién expresa esa opinión, si es un autor de quien nos fiamos o un escritorzuelo que habitualmente menospreciamos.
El problema -que en mi opinión no es tal- ha sido discutido muchas veces, tanto en Italia como aquí (¡y hasta en otros países!). El proceso mecánico de la prensa en papel, en contraste con lo inmediato de la Red, hace que los periódicos lleguen tarde a la actualidad. Vale. Eso no es malo para los periódicos, puesto que todas las cabeceras tienen sus propias ediciones online y las actualizan cada pocos minutos; y no es malo para sus lectores porque, si quieren actualidad, tienen mil maneras de obtenerla sin tener que bajar al kiosco. Pero sería aun mejor si los periódicos dedicaran ese tiempo valioso a hacer lo que más falta nos hace estos días: convertir la información en conocimiento.
El periódico de ayer ya no debería servir para envolver un periquito muerto, debería ser algo más valioso que lo que nos llega gratis por RSS, por SMS, por SMTP. Ese tiempo valioso que otros no tienen (porque su negocio es el dato desnudo, el minuto a minuto) debería dedicarse a investigar, contrastar, asociar, ampliar y madurar la información para que nosotros la leamos al día siguiente. Y sí, por eso las firmas son importantes, porque no les pagamos por pegar recortes de la agencia efe ni traducir artículos de internet, les pagamos para que piensen. Y para que hagan todo lo que nosotros no tenemos tiempo de hacer en un día a día contaminado por empresas, gobiernos, sociedades y otros entes miserables y ajenos a nosotros.
Los periódicos sirven para saber. En España, por desgracia, de eso sólo se han enterado unos pocos; y la gran mayoría -enterados o no- son más que nunca perros del poder. Y ese sí es un verdadero problema, no la Internet.
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